La toxina botulínica tipo A se está convirtiendo en el tratamiento de elección ante multitud de patologías relacionadas con alteraciones en la bioquímica de la acetilcolina. La toxina botulínica es precisamente una sustancia anticolinérgica, ya que actúa como relajante muscular e inhibidora específica de la liberación de acetilcolina; en efecto, la toxina botulínica actúa sobre la terminación nerviosa presináptica impidiendo la acción de los iones de calcio en el proceso de exocitosis necesario para la liberación de acetilcolina, disminuyendo de esta forma el potencial de placa y causando una parálisis muscular.

Cuando la toxina botulínica se emplea en terapéutica, por su forma de administración, solo interfiere la trasmisión neuromuscular en el lugar de la aplicación. La recuperación del impulso nervioso tiene lugar gradualmente a medida que las terminaciones nerviosas se van regenerando.

Los objetivos perseguidos al aplicar la toxina botulínica sobre el músculo son:

El empleo de la toxina botulínica es especialmente interesante y útil en los niños con parálisis cerebral espástica. Se recomienda el tratamiento precoz con toxina botulínica, a ser posible antes de los seis años, para evitar el desarrollo de contracturas fijas, prevenir luxaciones (especialmente las de cadera) y posponer o eliminar la necesidad de recurrir a la cirugía correctora.

En el Centro Ficen ofrecemos los servicios de fisioterapia requeridos para complementar la acción de la toxina botulínica. Además, asesoramos y orientamos a la persona con discapacidad y a sus familiares.