La hemorragia intraventricular es el tipo de hemorragia intracraneal más común en el recién nacido. Es característica del prematuro y en la actualidad, debido al aumento de la supervivencia en la prematuridad, también es mayor su incidencia.
Por normal general, la hemorragia intraventricular se origina en la matriz germinal, que se sitúa en los ventrículos laterales, próxima a la cabeza del núcleo caudado. La irrigación de esta zona la realizan ramas perforantes de la arteria recurrencial de Huebner y otros ramos perforantes de la arteria cerebral media.
Cuando se produce una hemorragia en esta zona, se disemina hacia los ventrículos laterales, normalmente de forma asimétrica, ya que la sangre tiende a coleccionarse en la región de los cuernos occipitales y en la fosa posterior, lo que puede provocar oclusión de la salida del líquido cefalorraquídeo en el cuarto ventrículo. También puede ocurrir que se ocluya el acueducto de Silvio, bloqueando el espacio subaracnoideo de la convexidad. Todo esto es lo que puede provocar una hidrocefalia.
Esta destrucción de la matriz germinal que se produce siempre en una hemorragia intraventricular repercute a corto y largo plazo en el niño afectado, debido a que esta región está constituida por precursores neuronales y gliales. Todo esto puede producir alteraciones neurológicas importantes, tanto por el daño del parénquima como por la mala mielinización.
Generalmente, la hemorragia intraventricular tiene un inicio súbito, a las 24-48 horas del nacimiento. Es importante tener en cuenta que el 90% de los recién nacidos con una edad gestacional menor a 32 semanas presentan hemorragia intraventricular. El cuadro clínico suele ser la aparición de convulsiones, paro cardiaco o apnea prolongada, con fontanela abombada y caída del hematocrito.
En el Centro Ficen damos respuesta profesional a la sintomatología consecuencia de la hemorragia intraventricular. Además, asesoramos y orientamos a la persona con discapacidad y a sus familiares.