El tortícolis muscular congénito es una anomalía de la postura de la cabeza con una incidencia que se calcula entre el 0,3 y el 2%. Se debe a una retracción del músculo esternocleidomastoideo (ECMO), cuya compleja anatomía explica perfectamente la desviación con inclinación homolateral y traslación y rotación contralaterales. La patogenia del tortícolis muscular congénito sigue siendo misteriosa, aunque es probable que se deba a un episodio isquémico prenatal, más que a un traumatismo obstétrico.

El diagnóstico del tortícolis muscular congénito es fácil en un lactante que presenta disminución de la movilidad de la cabeza, plagiocefalia y un seudotumor en el interior del músculo afectado. En estos casos no es necesario ningún estudio complementario.

La tumoración que ha provocado el tortícolis muscular congénito desaparece en algunas semanas y evoluciona hacia la restitución completa de las propiedades elásticas o hacia una fibrosis definitiva.

Por tanto, la evolución espontánea del tortícolis muscular congénito es, en general, tranquilizadora, y son las formas fibrosas las que justifican un tratamiento con maniobras posturales domésticas y fisioterapia.

El tratamiento quirúrgico en el tortícolis muscular congénito se reserva solo para los casos infrecuentes en que el tortícolis persiste después de los 12-18 meses de edad.

En el Centro Ficen damos respuesta profesional a la sintomatología consecuencia del tortícolis muscular congénito. Además, asesoramos y orientamos a la persona con discapacidad y a sus familiares.